I PLAN DE IGUALDAD DE ANDALUCÍA

26.04.2011 21:22


Podríamos comenzar afirmando que la igualdad es un derecho en nuestra Constitución, y uno de los principios de la Unión Europea. A pesar de ello, no llegamos nunca a conseguir tener en nuestras sociedades una igualdad efectiva. En el I Plan de Igualdad de Andalucía podemos observar con detalle las claras diferencias de género que se establecen en el sistema educativo (en Andalucía en particular) hoy en día. A pesar de los muchos intentos para propiciar una menor diferenciación entre hombres y mujeres, aun hoy se siguen dando grandes diferencias, las cuales forman parte de los patrones culturales que se transmiten de una generación a otra. Por ello, se hace necesaria la inclusión de medidas que contribuyan a educar en la responsabilidad, autonomía, cuidado y respeto a los demás, consiguiendo así una educación integral tanto para mujeres como para hombres, y que éstos alcancen así sus metas estableciéndose las mismas condiciones para todos.
Como decíamos antes, en su gran mayoría, las diferencias de géneros se dan debido a nuestros patrones culturales. Tanto es así, que éstos determinan la elección académica y profesional de mujeres y hombres, destacando que son más las chicas que ocupan puestos de profesorado en Educación Infantil y en Primaria, mientras que en los cargos de poder son los chicos los más numerosos. Esto se debe, en su mayor parte, a la dificultad para conciliar la vida profesional con la personal. También influyen en las conductas de las personas, encontrando que en Andalucía, son más chicos que chicas los que se encuentran involucrados en conductas contrarias a la convivencia.
Así pues, entre los objetivos para suplir estas diferencias encontramos los siguientes: Facilitar el conocimiento de las diferencias de sexos, promover prácticas educativas igualitarias, promover cambios en las relaciones de género y corregir el desequilibrio de responsabilidades entre el profesorado.
Pero a pesar de que se están produciendo cada vez más cambios (como la inserción de las mujeres en casi todos los ámbitos de la vida pública) y nos vamos concienciando de la importancia de una igualdad entre hombres y mujeres, siguen dándose diferencias que deben desaparecer. Su máximo ejemplo es la violencia de género, sufrida en su mayor porcentaje por mujeres, así como la diferencia salarial, la segregación sectorial y profesional. Tampoco se observa una incorporación del hombre en los ámbitos de la vida privada o en la actividad doméstica.
El reto que ha asumido la sociedad española y andaluza de hacer efectiva la igualdad entre hombres y mujeres se ve obstaculizado por la fuerza de los modelos culturales de género. La mayor formación e independencia económica de las mujeres más jóvenes no sólo ha propiciado el cambio en sus formas de vida, intereses y aspiraciones, sino que obliga a que se den cambios en los papeles sociales del hombre y de la mujer. Con todo ello, podríamos decir que la defensa de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres parte del principio de que las mujeres, como ciudadanas, deben ser tan libres como los hombres a la hora de decidir y ejercer papeles sociales y políticos. Esta perspectiva, que se ha denominado derecho a la igualdad, se fundamenta en la firme convicción de que no es posible la libertad sin igualdad y ésta requiere la eliminación de las barreras de la discriminación y del prejuicio.

 

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